La mujer en la Cultura Clásica




Para conmemorar el día de la mujer trabajadora, hablaremos de varios personajes relacionados con la Cultura Clásica:

1. Escucharemos una canción de Ismael Serrano en la que habla de la mujer como hija de Artemisa y de Lilith, dos personajes mitológicos que comentaremos, y en la que también hay alusiones míticas.



INTRODUCCIÓN:
Antes de que Dios crease a Eva, creó a una hermosa criatura a la que bautizó como Lilith, creada del barro como Adán. Su destino debía ser el de plegarse a los dictados de Dios y el de servir al hombre durante toda su vida. Pero resultó que Lilith era tan hermosa como desobediente. Irreverente, ella se negaba a plegarse a los dictados de nadie y quería escribir su propio camino y, como a las divinidades esto de la irreverencia no les va demasiado, expulsaron a Lilith del Paraíso, la condenaron al destierro. Tomó entonces Dios una costilla de Adán y creó a Eva, cuyos hijos, al parecer, hemos resultado ser bastante más sumisos, sobre todo por aquello de que cargamos con el pecado original ya desde que nacemos, así que arrastramos la culpa ya para toda la vida. Incluso hay quien nace con el pecado original y veinte fotocopias por si acaso.
Desde este momento, Lilith se convierte en el símbolo de la mujer rebelde, valga la redundancia, y de la mujer que escribe su propio camino. Tal como decía antes, recordamos que hoy es el día de la mujer trabajadora, valga la redundancia también. Así que, a todas las hijas de Lilith, a todas las caperucitas que devoran lobos feroces, a todas vosotras os dedicamos esta canción: hija de Lilith.
LETRA:
No te trajo a este mundo
la costilla de un hombre.
No dio vida a tu barro
el aliento de dioses.
Tú has nacido del vientre
de una mujer despierta
que navega en el tiempo
dando a luz primaveras.

La manzana mordiste.
No me diste a probar.
Abriendo tu camino
cual torrente ancestral.
No eres ángel celeste
sumiso o redentor
ni el diablo que arrastra
al fuego al pecador

No vas a llorar conmigo,
ni elevarte a las alturas,
no soy tu media naranja,
eres fruta entera y madura,
eres la duda que quema,
olor a tierra mojada
tras la lluvia que trajo el verano
en el que ardió mi atalaya.
No quieres mi luz ni mi consuelo,
eres la herida encarnada.
Hija de Artemisa y de Lilith,
quizás regreses al alba.
Tú no esperas mi regreso
tejiendo tristes sudarios.
No he de buscar detrás de mí
pues yo camino a tu lado.
Eres la luna radiante
a la que aúllan los lobos,
la que mecen las mareas,
la que veneran los locos.

No vas a llorar conmigo,
ni elevarte a las alturas,
no soy tu media naranja,
eres fruta entera y madura,
eres la duda que quema,
olor a tierra mojada
tras la lluvia que trajo el verano
en el que ardió mi atalaya.
No quieres mi luz ni mi consuelo,
eres la herida encarnada.
Hija de Artemisa y de Lilith,
quizás regreses al alba.

2. Leeremos el yambo de las mujeres de Simónides.

3. Leeremos algún fragmento de Lisístrata, mujer ateniense que promovió una huelga muy particular para acabar con la Guerra del Peloponeso.

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