El de múltiples recursos

Los héroes griegos que participaron en la Guerra de Troya volvieron a casa victoriosos una vez acabado el conflicto. Sin embargo, estos regresos no fueron tan maravillosos como ellos esperaban. A continuación relataremos la vuelta a casa de Agamenón y Odiseo/Ulises.

1.  REGRESO DE AGAMENÓN A MICENAS

Agamenón, rey de Esparta, fue el principal general griego de la Guerra de Troya. Cuando la esposa de su hermano Menelao se fugó a Troya con Paris (o fue raptada por él), reunión a todos los reyes de Grecia para luchar contra los troyanos.
Cuando volvía a casa victorioso, fue desviado varias veces por tormentas, pero finalmente llegó a Micenas, donde no fue del todo bien recibido…
Su mujer, Clitemnestra, hermana de Helena, le guardaba un profundo rencor por un suceso ocurrido justo antes de la guerra. Cuando todos los griegos estaban reunidos en Áulide dispuestos a zarpar, el mar estaba en una calma absoluta de manera que no podían navegar. Agamenón, para ganar el favor de los dioses quiso hacer un gran sacrificio, de manera que llamó a su hija Ifigenia con la excusa de que la iba a casar con Aquiles y, cuando la joven acudió, la sacrificó en honor a la diosa Ártemis. Hay versiones que dicen que la diosa se la llevó volando, dejando en su lugar un ciervo y que Ifigenia fue durante toda su vida sacerdotisa en Táuride.
Por esto, el rencor que sentía Clitemnestra ante su marido, que le había arrebatado a una de sus hijas, hizo que durante los años que permaneció Agamenón en Troya ella mantuviera una relación con Egisto, que era primo del propio Agamenón. Clitemnestra y Egisto maquinaron un plan para acabar con la vida del recién llegado esposo y lo mataron mientras tomaba un baño.
Esto hizo que Orestes y Electra, los hijos que habían tenido Agamenón y Clitemnestra, decidieran vengar la muerte del padre. Tras matar a su madre y al amante de ella, Orestes es perseguido por las Erinias, que son unas divinidades que castigan los crímenes ocurridos dentro de las familias.


2.  REGRESO DE ODISEO A ÍTACA

Sin embargo, el regreso más famoso de todos es el de Odiseo (en la tradición latina, Ulises). Este era rey de Ítaca, hijo de Euriclea y Laertes, y destacó siempre por su sagacidad y las estratagemas que usaba para salirse con la suya, por esto Homero lo llamaba “el de múltiples recursos”.
Odiseo no quería marchar a la guerra, ya que estaba perdidamente enamorado de su esposa Penélope, con la cual acababa de tener un hijo, Telémaco.
Volvió de la guerra de Troya con sus hombres en doce barcos, pero el camino no sería tan sencillo como él pensaba. Durante la travesía vivió numerosas aventuras: 
Mapa de los lugares donde tuvieron lugar las aventuras más conocidas de Odiseo.

Al primer lugar al que llegan es la isla de los Cicones, de la que consiguen salir, aunque pierden varios compañeros.
Tras desviarse, llegan a la tierra de los lotófagos, un país donde sus habitantes comen flor de loto, un alimento que hace que pierdan la memoria. Al llegar, los lugareños les ofrecen amablemente la flor y algunos aceptan, pero al probarla se olvidan de todo, de su patria, de su viaje, sólo quieren quedarse en esa tierra felices y comer el dulce fruto sin importar nada más. Odiseo al final consigue que los marineros vuelvan a las embarcaciones y continúen su rumbo.
Desde allí llegan a Sicilia, donde está en país de los Cíclopes, unos feroces gigantes que tienen un único ojo. Cuando Odiseo y sus compañeros deciden explorar el lugar, acaban entrando en la cueva donde vive el más pérfido y malvado de todos los cíclopes, Polifemo, que era hijo del dios Posidón. Cuando el gigante los vio allí, devoró a algunos de ellos, por lo que Odiseo maquinó un plan para poder sobrevivir y salvar al resto de sus compañeros sin matar al monstruo, ya que si él moría no podrían quitar la enorme roca que cerraba la puerta de la cueva. Emborrachó al gigante con un vino puro y, cuando ya se había ganado su confianza, le dijo que se llamaba “Nadie”. Cuando el gigante, totalmente embriagado por el vino, cayó dormido, Odiseo clavó una estaca en el único ojo de Polifemo, el cual empezó a dar horribles alaridos de dolor y a gritar “¡¡¡Nadie me ha herido!!!”, lo cual hizo pensar al resto de cíclopes que lo escuchó que estaba completamente loco y no hicieron nada para ayudarlo. Mientras tanto, Odiseo ató a sus hombres y a sí mismo al ganado de Polifemo, por lo que cuando el cíclope sacó a la mañana siguiente a las ovejas de la cueva, palpó sus lomos para comprobar si los hombres iban encima de ellas, pues al haberse quedado ciego no podía verlos, pero no se dio cuenta de que los hombres estaban atados a la parte de debajo de los animales. Rápidamente, subieron a sus barcos y cuando ya se alejaban Odiseo gritó “¡No te ha vencido Nadie, he sido yo, Odiseo, hijo de Laertes!”, sin saber que el padre del cíclope era el poderoso Posidón, que a partir de ese momento causó numerosas calamidades al rey de Ítaca durante el resto de su viaje.
Huyendo del peligroso país de los cíclopes llegan a la isla de Eolo, guardián de los vientos. Este decide ayudarle y le da a Odiseo un zurrón donde están todos los vientos que pueden desviarle, para que llega a su hogar con la ayuda de los vientos favorables. Pide a sus compañeros que no abran el zurrón, pero ellos, que desconocen el contenido, piensan que esconde algún tipo de tesoro y, en un descuido de Odiseo, lo abren y sueltan todos los vientos desfavorables, de manera que se vuelve a alejar del camino a Ítaca.
La siguiente parada la realizan en la isla de Eea, donde vive una hechicera llamada Circe, que tiene el poder de convertir a los hombres en animales. Al llegar los hombres de Odiseo, Circe los invitó a un banquete tras el cual convirtió en cerdos a todos, excepto a Euríloco, que avisó a Odiseo y a los que se habían quedado en el barco. Hermes le dio una planta con la que podría protegerse del encantamiento.
Al no poder convertir a Odiseo en animal, este le obligó a que devolviera la forma humana a sus hombres y lo ayudara a volver a casa. Circe se había enamorado perdidamente del héroe, por lo que le obedeció, pero Odiseo pasó un año en Eea con ella.
Hay tradiciones que aseguran que tuvieron varios hijos juntos.

Circe le había dicho que sólo Tiresias, el adivino ciego de Tebas, podría darle indicaciones para volver a casa, por lo que desciende al Hades siguiendo las instrucciones de la hechicera. Allí se da cuenta de que los muertos son seres tristes, sin alma; ve a varias personas fallecidas en la guerra de Troya y también a su madre, que él no sabía que había muerto. Por fin logra encontrar al adivino, que le dice que conseguirá regresar a Ítaca, pero antes tendrá que pasar por la isla de las Sirenas, por Escila y Caribdis y después a la isla de Helios y, si lograba estar allí sin comer nada, lograría su objetivo.
Como Tiresias le había predicho cuando retoma el rumbo, se encuentra cerca de las Sirenas. Estas no son las hermosas criaturas que todos tenemos en mente, con torso y rostro de muchacha y cola de pez, sino que son unos monstruos con cabeza de mujer y cuerpo de pájaro que cantaban. Unas versiones dicen que tenían una voz estridente que volvía locos a los marineros, otras que cantaban tan dulcemente que los navegantes se tiraban al mar para escucharlas mejor y morían. Para evitar semejante desgracia, Odiseo dio cera a sus compañeros para que se la pusieran en los oídos y no pudieran dejarse llevar por el canto de las sirenas, pero no quería quedarse sin escuchar tal prodigio, por lo que les ordenó que lo ataran al mástil del barco y bajo ningún concepto lo desataran, para poder escuchar el canto de las sirenas. Así lo hicieron y cuando comenzó a oír el canto, totalmente dominado por él, suplicó a sus hombres que lo soltaran, pero ellos al llevar los oídos tapados no escucharon nada. Finalmente, consiguieron alejarse de allí sin que nadie de la tripulación sufriera daño alguno.
Alejándose de allí encuentran su nuevo obstáculo. Deben pasar un estrecho canal en el que hay dos peligros, Escila y Caribdis, un monstruo de varias cabezas y afilados colmillos a la derecha, y un remolino voraz que destruía los barcos que por allí pasaban. Odiseo es consciente de que si pasan por al lado de Escila, el monstruo, algunos de sus hombres morirán; pero si pasa cerca de Caribdis, todos perecerán y su barco será destruido. De esta manera, decide arriesgarse a pasar cerca del monstruo, con lo cual pierde a algunos compañeros. Pero consigue salvar su propia vida y a su barco.
Tras pasar estos peligros, avistan tierra. Es la isla de Helios, donde están pastando sus vacas. Ya había predicho Tiresias que no debía comer nada durante su estancia allí si quería regresar a Ítaca con su mujer. Tras un tiempo, los compañeros ya no podían aguantar más el ayuno y, en un descuido de Odiseo, mataron algunos de los animales y se los comieron. Odiseo, consciente de que los dioses iban a enfurecerse, escapa con sus hombres en el barco, pero Zeus los encuentra y destruye el barco y mata a todos los compañeros, excepto a Odiseo.
Todos sus compañeros han muerto y él llega solo a Ogigia, isla de Calipso. Esta, que era hija de un titán, se enamoró perdidamente de él y lo acogió en su cueva, donde permaneció varios años (según diferentes versiones podrían haber sido desde tres hasta siete). Ella intentó que Odiseo olvidara su vida anterior y se quedara por siempre con ella, pero él no paraba de pensar en su mujer, por lo que Calipso decidió darle los materiales para hacer una barca y dejarle ir.
Mientras navega, Posidón lo reconoce y destruye su barca, pero Ulises consigue llegar a la costa. Allí lo encuentra Nausicaa, la princesa del país de los feacios, que se enamora perdidamente de él y decide llevarlo ante su padre. Odiseo ha perdido la memoria, no tiene ni idea de quién es y cómo ha llegado hasta esa costa, pero el rey Alcínoo lo acepta. Poco después, se celebra una fiesta a la que acude Demódoco, un conocido aedo, que interpreta una canción que habla del episodio del caballo de Troya y Odiseo, al escucharlo, recupera la memoria. Cuenta al rey quién es y las aventuras que ha vivido hasta llegar hasta allí y le pide ayuda para llegar a su hogar. Alcínoo se lo concede y Odiseo por fin puede regresar.

Durante la ausencia de Odiseo, Penélope continua esperándolo convencida de que sigue vivo en alguna parte y de que tarde o temprano volverá a su hogar. Tiene numerosos pretendientes y ella no quiere casarse con ninguno de ellos, pero la presionan para que tome una decisión, por lo que Penélope les dice que va a tejer un tapiz y que, cuando acabe, elegirá quién es su nuevo esposo. Penélope pasaba el día tejiendo, pero por la noche destejía todo para retrasar cada vez más la decisión.

Odiseo por fin había regresado a Ítaca pero, sabiendo que su regreso puede no gustar a determinadas personas, con la ayuda de Atenea se disfraza de mendigo y en principio sólo es reconocido por Argos, su perro, que tras pasar veinte años esperándolo, muere de alegría cuando lo ve. Penélope, al saber que ha llegado un indigente extranjero, corre hacia él para preguntarle si ha oído hablar de su marido, por lo que Odiseo se da cuenta de que Penélope le sigue esperando. Al estar la casa llena de pretendientes, no considera oportuno darse a conocer desde el principio, por lo que solo revela su verdadera identidad a su hijo Telémaco y al porquero.
Al día siguiente, Telémaco anuncia que su madre, Penélope, se casará con el pretendiente que consiga hacer pasar una flecha a través de doce anillos de hachas, hazaña que había conseguido Odiseo en su juventud. Ninguno de los pretendientes lo logra pero Odiseo, aún vestido de mendigo, consigue la proeza, por lo que todos reconocen quién es. Con ayuda de su hijo Telémaco y otros sirvientes, mata a los pretendientes y se reúne con Penélope y su padre.
Sin embargo, Penélope decide hacerle una última prueba, dice a su criada que saque la cama de su habitación y la ponga en la entrada para que el mendigo pueda estar más cómodo. Odiseo se da cuenta de que es una trampa, ya que la cama no se podía mover, pues él mismo la había labrado en un olivo que tenía las raíces hundidas en la tierra. Al decir esto, Penélope ya está convencida de que el recién llegado no puede ser otro que Odiseo, el de múltiples recursos.






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